9 de mayo de 2016

Oxygène V - Ruinas nocturnas

      Emilia revisaba cada paso e idea que surgía de su mente oscura. Nada debía salir del plan, ese plan que la dejaría como la única dueña de Antonio. El único hombre que la haría feliz por el resto de su vida. El hijo que nacería en unos meses más era el mejor recurso para mantenerlo a su lado. Siempre estarás destinado a mí, Antonio - se repetía.  

   Mientras en otro extremo de la ciudad, se escuchaban los gemidos de un herido del amor. Magdalena tirada en el suelo, rescatando cada segundo de energía y de aire que le quemaba por dentro. No hay mucho que ganar se decía triste. Su cuerpo reflejado en el espejo mostraba los daños que le habían ocurrido en el aeroparque. Las luces del amanecer empeoraban la escena. Nunca lo lograré, nunca seré feliz. Recuerda la suave piel de Antonio quemada por los rayos de sol bajo Roma, el último de los viajes donde logró ser feliz. Ella le había quitado todo. El teléfono suena de nuevo en aquella lúgubre pieza - Al fin puedes llamarme y dejar de lado tu orgullo. Qué quieres que haga, no puedo salir en este momento, él está a su lado...Lo perdí, sí- la voz sollozaba. Siempre fue más astuta, tu eres inocente y buena - Esa voz se oía dura, mecánica y calculadora - Para qué me quieres? Quieres el fin de esta farsa. 

       Los rayos de sol hacen que despierte emocionada, una nueva etapa se aproxima. Acaricia su espalda y cabello negro azabache, muy pronto será la oportunidad de su vida. Se levanta, mira el espejo y mira el reflejo de su hermana que yace en el suelo, sueña que esté muerta. Una sonrisa malvada se marca en sus labios oscuros, abraza su abultado vientre. Dos tickets de avión caen al suelo y comienza a soñar en el futuro que se viene, los levanta lentamente, besa sus labios y lee el nuevo destino que la llevará a descubrir su gloria eterna. 

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